16 de diciembre de 2025

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A los 44 años murió Kenya, la última elefanta en cautiverio que tenía la Argentina y había enviado a un santuario en Brasil

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Kenya, la última elefanta que vivía en cautiverio en la Argentina, murió este martes a los 44 años en el Santuario Global para Elefantes que funciona en Brasil, adonde había llegado en julio procedente del Ecoparque de Mendoza.

El deceso de esta elefanta africana fue informado por la ong Proyecto ELE que indicó que «esta mañana Kenya dejó este plano, tras varios días en los que su salud se fue deteriorando» y precisó que para conocer en detalle la causa de su muerte.

La elefanta que había llegado el 9 de julio último a Brasil, fue atendida de forma permanente por el equipo del santuario. Kenya pasó toda su vida en cautiverio. Tenía 44 años.

La ong destacó que los cuerpos de estos enormes animales sometidos durante décadas a espacios de cemento, aislamiento y privaciones arrastran secuelas que no desaparecen con un traslado, aunque este sea un acto de justicia.

«Con enorme tristeza compartimos esta noticia, y con la convicción de que mantener elefantes en instalaciones minúsculas y artificiales debe llegar a su fin, en todos los zoológicos del mundo. Los resultados de esta práctica son siempre los mismos», añadió la fundación.

La muerte de Kenya se produjo dos meses después del deceso de Pupy, otra de las elefantas que habían sido trasladadas desde Argentina hacia el santuario de elefantes ubicado en la localidad de Mato Grosso.

Pupy era la última de las elefantas que quedaba en el Ecoparque de la Ciudad de Buenos Aires y había sido trasladada cinco meses antes a Brasil.

En el reporte del Santuario Global de Elefantes, describían en la página dedicada a Kenya como condiciones de salud que presentaba «un colmillo que crece incorrectamente, patas traseras en muy malas condiciones, no hay otros problemas de salud conocidos, pero no se le han realizado pruebas».

Kenya fue la segunda elefanta africana que llegó al Santuario de Elefantes de Brasil tras el arribo de Pupy. De hecho, con el traslado de este paquidermo desde Mendoza se oficializó que Argentina era un país sin elefantes en cautiverio.

Los especialistas del santuario destacaron el cambio de comportamiento que manifestó en su llegada a Brasil al señalar que en el Ecoparque mendocino no podía ver más allá de su recinto y en el santuario derribaba árboles y se bañaba en el barro.

Kenya había llegado a la Argentina a través de un zoológico alemán cuando tenía unos 4 años. Y vivió cuarenta décadas en el zoo mendocino, luego reconvertido en Ecoparque, y tenía como única compañía una pintura de un elefante en una pared de cemento.

Los cuidadores que conocieron a Kenya contaron que tenía una personalidad fuerte, dado que les lanzaba piedras cuando quería más comida, aunque también podía darse palmaditas en la cara cuando aparentaba estar contenta.

Respecto de la situación de sus patas, el santuario indicó que las tenía muy crecidas y explicó que eso puede ocurrir por estar de pie sobre sustratos inadecuados durante décadas que le generó osteomielitis, una enfermedad degenerativa que a menudo resulta mortal. También había llegado con una gruesa capa de piel muerta por años de no haber sido bañada.

El primer día en que se le abrieron las puertas del parque en Brasil Kenya conoció a Pupy y compartieron al menos tres meses juntas hasta que la elefanta porteña murió.

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