19 de noviembre de 2025

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Critica al Museo Británico por una cena frente a los frisos del Partenón 

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La ministra griega de Cultura, Lina Mendoni, denunció el lunes la “indiferencia provocadora” del Museo Británico, que celebró una cena de recaudación de fondos en la galería que alberga los frisos del Partenón. “La seguridad, la integridad y la dignidad de los monumentos deberían ser la principal preocupación del Museo Británico, que, una vez más demostró una indiferencia provocadora”, comentó tras el evento, que el sábado reunió a 800 invitados, entre los que se encontraban celebridades como Mick Jagger y Naomi Campbell.

La funcionaria recordó que había “condenado reiteradamente las cenas, recepciones y desfiles de moda celebrados en museos, donde se exhiben monumentos y obras de arte”, y agregó que “tales iniciativas son ofensivas para los bienes culturales” y “ponen en peligro a las piezas”. Criticó que los frisos del Partenón, tesoros arqueológicos de unos 2.500 años de antigüedad, se utilizaran “como elementos decorativos para la cena que organizó el Museo Británico”.

Las personalidades presentes el sábado pagaron sus entradas por 2.000 libras (unos 2.300 euros) y cenaron en mesas dispuestas entre las obras maestras del museo, en particular en la Galería Duveen, donde se conservan los frisos del Partenón. 

Estos antiguos vestigios son objeto de una disputa histórica entre Grecia y la institución inglesa. En diciembre, ambas partes parecían acercarse a una solución, y el Museo Británico expresó su disposición a una “colaboración a largo plazo” con Atenas. El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, firme defensor de la devolución de estos tesoros arqueológicos, expuestos en Londres desde hace dos siglos, dijo estar “convencido” de que los mármoles del Partenón volverían a Atenas. 

Desde entonces, las conversaciones no han dado resultados tangibles. Una ley británica de 1963 impide al museo realizar restituciones. Pero Grecia, que lleva décadas exigiendo la devolución de estos preciosos frisos desprendidos del Partenón, está decidida a recuperar su patrimonio. Las autoridades griegas sostienen que fueron objeto de un “saqueo” orquestado en 1802 por Thomas Bruce, séptimo conde de Elgin, embajador británico ante el Imperio Otomano. Pero Londres sostiene que las esculturas fueron adquiridas legalmente por Elgin, quien las revendió al Museo Británico.

Los frisos en disputa

Los frisos del Partenón (la banda continua de relieves que envolvía el templo) constituyen una obra maestra de la escultura griega clásica. Tallados entre 447 y 432 a.C., bajo la supervisión de Fidias, medían unos 160 metros de largo y 1,02 metros de alto originalmente. La escena representa la procesión de la festividad de las Panateneas, en honor a la diosa Atenea: jinetes, carros, ofrendas, ciudadanos y animales avanzan en un desfile que recorre simbólicamente el santuario de la Acrópolis. 

Su valor es múltiple: por su calidad técnica, como ejemplo culminante del estilo «alto clásico» en Atenas, y también simbólico, ya que refleja la identidad cívica de la Atenas del siglo V a.C. más que una simple mitología: muestra a los ciudadanos, no solo dioses. En la actualidad, la mayor parte se encuentra fragmentada: unos 50 metros están en el Museo de la Acrópolis de Atenas, unos 80 metros en el Museo Británico, un bloque en el Louvre y el resto en diversos museos europeos. Esa dispersión genera que la reconstrucción de su lectura completa –arquitectónica, narrativa y simbólica– quede comprometida, lo cual explica en parte por qué su restitución a Atenas es considerada por muchos como un acto de justicia patrimonial.

El episodio de la cena de recaudación pone de manifiesto varias tensiones: por un lado, el uso controvertido de un espacio que alberga un bien patrimonial de altísima significación –celebrar una cena entre esas obras se percibe como una banalización o instrumentalización del patrimonio–; por otro, el trasfondo de la larga disputa sobre la propiedad, la legitimidad y la restitución de piezas que, según Grecia, fueron extraídas bajo ocupación otomana y en condiciones que hoy cuestionan su “legalidad”.

No es el único caso en que la legitimidad de lo expuesto en el Museo Británico es cuestionada. Muchos países reclaman por lo que consideran una actitud expoliatoria del Imperio Británico, entre ellos Egipto, que también exige la restitución de muchos de sus tesoros.

Desde Atenas, la ministra Mendoni y el primer ministro Mitsotakis han reiterado que estas piezas no son meros objetos de exposición internacional sino símbolos vivientes de la continuidad cultural griega y de la democracia ateniense que floreció en el siglo V. Mientras tanto, la parte británica se ampara en la legislación vigente y en el argumento de que las piezas han estado accesibles al público en Londres durante casi dos siglos. 

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