¿Por qué volvería a reunirse una banda punk que tuvo sus quince minutos de gloria en los años ochenta? Esa pregunta es el disparador de Primitivos, la segunda novela de Damián Snitifker (1985), publicada recientemente por Editorial Crack-Up.
Lucas, un cincuentón con trabajo, familia y una vida normal, es invitado a una radio zonal para hablar de su pasado como frontman de una banda de culto, Primitivos, con la que grabó un único disco legendario. A partir de allí, los recuerdos afloran y el protagonista reabre un capítulo de su vida que creía enterrado, entre la nostalgia, los reproches y el qué hubiera pasado si…
Damián, ¿cómo surgió la idea de la novela?
Parte del primer capitulo de Primitivos se escribió antes que Ciudad Dormitorio (Crack-Up, 2020), la primera novela, incluso antes que el anterior libro de relatos llamado Alguien iba a tener que limpiar todo eso. Fue a principios de 2014, yo había viajado solo al norte y en un hostel de Tilcara esbocé en una libreta, que siempre llevaba encima, una imagen que se me había venido a la cabeza, mientras escuchaba en repeat Viajar Lejos de Los Pillos, un disco que llevé en un mp3 de esos que teníamos en aquella época. La imagen era la de un tipo que volvía a su casa, en esa primera versión no se sabía de dónde, se abria un vino y se ponía a escuchar el disco de la banda de su adolencia, sacaba la guitarra y tocaba a la par de que sonaba en YouTube. Eso quedó durante mucho tiempo olvidado. Cuando estaba escribiendo Ciudad Dormitorio incluí el personaje de Lucas hacia el final de la novela, y en el momento que apareció me di cuenta de que era ese mismo que años atrás habia retratado escuchando el disco de su vieja banda en YouTube. Entonces le comenté a la editorial de ese proyecto que tenía cajoneado y me propusieron sacar un nuevo libro. Y finalmente surgió la idea de una trilogía. Cada título, con una distancia de cuatro años entre sí, compartiendo el mismo universo, con personajes que aparecen y desaparecen de la escena, según lo vaya pidiendo la historia.
¿Es real la inspiración de la banda Primitivos en Los Pillos?
Es como sacar el conejo demasiado rápido de la galera, pero sí. Primitivos no es Los Pillos, pero efectivamente hay algo que tomé de ellos. Tuve la suerte de conocer a Adrian Yanzón y entablar una relación de amistad. Vino a tocar y leer varias veces al centro cultural que yo tenía en Quilmes. Ha venido al programa de radio que yo tenia, una de esas veces con él en el piso hablamos por teléfono con Martín Aloe, bajista de Los Pillos, que estaba promocionando una fecha de Dia D, la banda de los ochenta que retomó luego de un impasse de Cienfuegos allá por 2012 o 2013. De esa especie de encuentro sale un pasaje de la novela. Luego es evidente tambien que el baterista de Primitivos, es el único que falta, tambien tomado de Los Pillos. Hay varios elementos también de mi historia con sus integrantes que se reflejan en la novela. Por otra parte, si bien no usé todo el material, durante un tiempo comencé a filmar entrevistas averiguando cómo era la escena en los ochenta, en CABA pero sobre todo en zona sur, por eso tuve largas charlas con Mongo y Daniel García de Alerta Roja; Genniol; Adrián Yanzón y Saúl Díaz de Vivar de Los Pillos; también intercambios de Whatsapp con Sergio Rotman; Patricia Pietrafesa; Javier Miault y Pablo Cuevas de la banda quilmeña Enema, entre muchos otros.
¿Cómo surgió la idea de armar la playlist con los testimonios de músicos y de Néstor Frenkel?
En Ciudad Dormitorio se cuenta una anécdota de Nito Mestre que a la gente le llamó la atención y que me preguntaron muchas veces si era verdad, claramente era un disparate pero lo suficientemente verosímil, parece, como para generar la duda. En esta segunda novela quise atravesar nuevamente esos límites de la ficción y la realidad, de plantar la duda de si Primitivos existía o no, y la idea fueron esos videos en los que aparecen numerosos referentes de los ochenta, como también actuales: Tom Quintans de Bestia Bebé o Joan Manuel Pardo de Camionero, pero también el gran fotógrafo del rock Fabian Resakka. Néstor Frenkel se enganchó enseguida con la idea, a los quince minutos de pedírselo ya tenía el video, creo que porque toda esta prestidigitación era algo muy él. Después muchos se prendieron con la mejor de las ondas y dejaron testimonios fabulosos, como Ariel Minimal, Sergio Rotman, Javier Miault, Genniol, Dudú de Sin Ley, Guille Mármol de Eterna Inocencia; Chary de Loquero o Huguito Irrisari de Doble Fuerza, entre muchos otros. Que efectivamente lograron que la gente me llegara a preguntar dónde se podía escuchar algo de Primitivos.
¿Qué similitudes y diferencias ves en el proceso creativo de la literatura y la música?
Es muy diferente. Las canciones son una conjunción de letra y música. Es colocar una historia dentro de un marco que es la melodía. Esa historia siempre tiene que estar bastante atomizada o tratar de englobar en pocas palabras una imagen o una sensación que lleve al oyente a su propia interpretación de esa historia, a veces más cercana o más alejada de la que nosotros queremos transmitir en la canción. El libro tiene mucha más libertad, mayor capacidad de desarrollo y de contar la historia. Es un proceso más largo y que demanda más atención. Uno tiene que mantener el interés y hacer llevadero el relato por cien o quinientas páginas, depende quien escriba. La canción en ese sentido es más parecida a la poesía. La intensidad y el comunicar es más urgente que en la prosa, uno necesita transmitir teniendo una extensión mucho más acotada para hacerlo.
Antes de encarar la novela, ¿tenías referencias en tu cabeza de libros o ficciones en general sobre música?
Leí varias cosas, así como las entrevistas que realicé, leí muchos libros para hacerme una idea de cómo eran los ochenta, libros como Derrumbando la Casa Rosada o Gente que no fueron fundamentales, pero también la historia de los Ramones en Argentina o el libro de Cemento, incluso libros para ver cómo era la movida en otro lado con El problema primario del Perú es el Pituco, sobre el rock peruano.
En cuanto a películas, hay varios videos de YouTube realizados hace unos años por el Centro de Producción Audiovisual Leonardo Favio de Quilmes, sobre la historia del rock en el distrito, son varios videos divididos por década, es un gran laburo el que hicieron, me parece que con más tiempo y producción se hubiese podido explotar mucho más, pero para un acercamiento están muy bien. Después sí vi algunas ficciones de reuniones de banda para sacar un poco de clima: Still Crazy (1998) de Brian Gibson es la primera que se me viene a la cabeza ahora.
En tu primera novela, Ciudad Dormitorio, la música cumple un rol relevante. ¿Qué otros elementos o lenguajes mantienen una continuidad en Primitivos?
Creo que el conurbano sur como un personaje más de la historia es un rasgo que comparten. Si bien en Primitivos no aparece tanto como en Ciudad Dormitorio, las referencias a calles y lugares siguen estando. La música y la radio también. El amor por la música, ya sea escuchándola, difundiéndola o creándola, es otra cosa que comparten. Y por sobre todas las cosas, en Ciudad Dormitorio nos encontramos con un par de treintañeros que no tienen muy en claro qué hacer de su vida, una vez cumplidas las obligaciones que les permiten cubrir techo y comida. Los protagonistas buscan un poco el sentido a estar vivos, a qué hacer para que el pasar por esta vida tenga sentido. Primitivos nos trae a un personaje de cincuenta y pocos que atraviesa una situación similar. La búsqueda como fuerza motriz de ambas historias.
*Este sábado 1 de noviembre el autor presentará la novela en Strummer Bar Lado B (Godoy Cruz 1621, CABA)
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