La dieta mediterránea, histórica y usualmente ponderada como una de las mejores opciones al momento de alimentarse, también tiene sus puntos flojos. O, para ser justos, a pesar de ser muy beneficiosa, ya no se puede presentar como una panacea y una solución para cualquier déficit nutricional. Un estudio reciente, realizado desde la Universidad Rovira i Virgili, en Tarragona, demostró que aquellas personas que siguen la dieta también pueden presentar déficits en vitaminas fundamentales, como la B9 o folato.
En el estudio, publicado en la revista, Current Research in Food Science, se exploró la relación entre la adherencia a la dieta mediterránea (es decir, en qué medida las personas involucradas cumplían con ese plan alimenticio) y los niveles de folato hallados en sangre. Para ello, seleccionaron a 740 voluntarios de Tarragona, que fueron analizados entre 1998 y 2002, a partir de diferentes parámetros como hábitos alimentarios, historias clínicas y otras medidas analíticas. Como resultado, advirtieron que solo el 17,5 por ciento seguía una dieta mediterránea estricta. Entre quienes tenían baja adherencia a la dieta, el 71 por ciento no obtenía el folato necesario y más de un 25 por ciento mostraba deficiencias de este compuesto cuando se realizaba un análisis sanguíneo. En el estudio, también se señaló la carencia de otras vitaminas clave, como la B6, que sirve para robustecer a los sistemas nervioso e inmunitario.
En concreto: si bien seguir la dieta mediterránea mejora los niveles de la vitamina B9, su consumo no lo garantiza. Para colmo, de todo el universo de voluntarios, tan solo el 17 por ciento seguía un régimen apegado al aceite de oliva, los frutos secos, el pescado, los vegetales y las frutas. En efecto, muchos de los participantes del estudio creyeron que hacían la dieta de manera adecuada cuando en realidad no lo hacían.
Una vitamina clave para el embarazo
Durante años se creyó que la dieta mediterránea proveía una cantidad suficiente de esta vitamina, también conocida como folato, que está presente en verduras de hoja verde, frutos secos y frutas. Se trata de un compuesto orgánico esencial que participa, entre otros procesos, de la síntesis de material genético, el desarrollo cognitivo, así como también del crecimiento fetal durante el embarazo. De hecho, a las mujeres que planifican o cursan un embarazo, los médicos obstetras les suelen recomendar un consumo adicional de ácido fólico con el propósito de asegurar el desarrollo adecuado del bebé por nacer y evitar malformaciones.
Bajo esta premisa, ante una deficiencia en el consumo de folato, en Estados Unidos y Canadá, décadas atrás, comenzaron a implementarse programas que sugerían el complemento de ácido fólico en cereales o harinas. No obstante, no todos los países tomaron el mismo rumbo, pues, en Europa, se siguió creyendo que la dieta mediterránea cubría la cantidad necesaria de esta vitamina. Sin embargo, en el presente, el consenso médico en torno a ello parece quebrarse, a partir de nuevas preguntas.
Diferentes estudios abren las puertas a una necesidad de complementar con ácido fólico la dieta mediterránea que se creía autosuficiente en la mayoría de los aspectos. A partir de aportes como el de la Universidad Rovira i Virgili, se podría concientizar sobre la necesidad de implementar programas que indiquen la fortificación del folato en harinas; y establecer una recomendación médica de salud pública, preferentemente en personas que estén planificando un embarazo, o bien, lo estén cursando.
No demonizar a una aliada
El estudio científico solo señala una posible carencia de quienes realizan la dieta mediterránea y creen que, por el solo hecho de hacerla, consumen todas las vitaminas y micronutrientes necesarios. Sin embargo, la dieta mediterránea es positiva y beneficiosa por un montón de motivos. Por caso, expertos y expertas en longevidad y envejecimiento de todo el mundo reconocen que una alimentación saludable es clave para acceder a una buena calidad de vida.
Todos los alimentos que tengan grasa animal, es decir grasa saturada, contribuyen a incrementar los niveles de colesterol y pueden conducir a una ateroesclerosis (se tapan las arterias y producen infartos). En cambio, la dieta mediterránea, que incluye pescado (un animal que no posee mucha grasa saturada) y aceite de oliva, representa una opción adecuada. En esta línea, Fabián Norry, experto del Conicet y la UBA en el rubro, contó en una nota a este diario: “Se realizaron muchos estudios en diversos organismos y se vio que la mediterránea es favorable para aumentar la longevidad”.
De todos los componentes de la dieta mediterránea, el estelar parece ser el aceite de oliva. Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Harvard y difundido por el American College of Cardiology plantea que consumirlo en reemplazo de otros productos (como mantecas o mayonesas) podría servir para evitar afecciones y así extender la vida de las personas. Según un análisis realizado en 92 mil voluntarios, quienes lo hacían, afrontaban un 34 por ciento menos de posibilidades de padecer enfermedades letales.
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