«Mi hija Azul tuvo su primer celular a los 12 años, y redes sociales a los 15, por mi fuerte convicción de que estaba haciendo lo correcto (al no permitírselo antes). Sus compañeros la tildaron de ‘virga’, mote que no se pudo retirar en toda la secundaria. Hoy, que tiene 21, lo recuerda como la peor etapa de su vida«.
Mirando fijo a la cámara del dispositivo que tanto la contraría, y en un video que subió a Instagram, Silvina Genjo cuenta la historia de su propio desafío en la crianza con pantallas. Que siguió con su hijo menor.
«Por su experiencia, a los 18 ella le regaló un celular viejito a su hermano de 9 años, sólo con WhatsApp y YouTube Kids. A los 4 meses se le rompe y observamos que lloraba y pataleaba dormido. El pediatra dijo que tenía síndrome de abstinencia. Y no eran muchas las horas que estaba con el celular».
Silvina quiere que sean «dos testimonios», dice, para que más padres y madres se sumen al Pacto Parental, una iniciativa que nació en Mendoza y propone un acuerdo entre adultos para prohibir el celular y retrasar el ingreso a redes sociales de los menores de 12 y 16 respectivamente.
La clave es que si la restricción es colectiva, no habría lugar para la discriminación.
En simultáneo, del otro lado del mundo, en Australia desde esta semana quien tenga menos de 16 años tiene baneadas (bloqueadas) sus cuentas de redes sociales, porque si no verifican su edad, ya no pueden usarlas. Fue una decisión del gobierno, no de Instagram ni de Tik Tok. De hecho, habrá sanciones a las empresas que no lo cumplan en sus apps.
Sin una medida oficial a nivel país, el Gobierno de la Ciudad, casi como en un efecto mariposa tras la prohibición australiana, ahora impulsa llevar el debate al ámbito nacional.
Clarín consultó a expertas en crianza con pantallas para entender de qué manera sería posible reducir el tiempo que pasan los sub 16 en las redes o si el problema no es una cuestión de tiempo.
«Los chicos y chicas tienen mucho de sus vidas en los dispositivos, sacárselos no es la solución. Hay que consensuar: para qué usarlo, desde cuándo, cómo ganarle a la seducción de los algoritmos«, dice Marcela Czarny, directora de Chicos.net.
Es una de las voces que convocó el Ministerio de Educación porteño para una mesa en la que el miércoles se preparó el terreno para plantear la necesidad de que la protección digital integre la agenda del Consejo Federal de Educación.
«Argentina no es Australia. Las condiciones económicas de nuestro país hacen que el celular muchas veces sea el único medio para que chicos y chicas puedan acceder a las tecnologías, con sus riesgos, pero también sus posibilidades», apunta.
A las empresas, en cambio, sí considera que sí hay que exigirles cambiar los diseños de sus plataformas, «para que no se perjudique a quienes todavía no tienen la madurez para lidiar con ellas». Pero, insiste, «sacar el celu o las redes así nomás, no».
Autonomía progresiva. Uso criterioso. Ser parte del mundo digital de los más chicos. Son los tres conceptos que Czarny propone mientras no haya políticas públicas específicas.
«En la crianza empezás a soltar a tus hijos de manera progresiva en todo. Primero los dejás salir hasta la esquina, hasta que van solos por el mundo, pero con las herramientas que como familia lograron construir en la subjetividad de esos chicos. No hay que largar del todo y ni prohibir del todo. Las libertades tienen que ver con la edad madurativa», explica.
Cuando llegue el momento del primer celular, seguirá un acompañamiento online. ¿Un ejemplo? «Decirles que también quieren ser sus seguidores en las redes. Hay que participar en sus actividades digitales desde chicos. Y si les ofrecemos otras posibilidades de entretenimiento fuera de línea, pueden tener criterio sobre cuándo no lo necesitan».
«Si te sentis mal en redes, no es tu culpa»
«Nuestros chicos están navegando en las redes sociales sin ningún tipo de preparación ni control», dice a Clarín Soledad Gutiérrez Eguía, autora del libro Querido adolescente, no es tu culpa.
El primer compromiso que deben tener los adultos a cargo «es informarse -dice la comunicadora social- porque nadie puede protegerse frente a algo que no conoce. Y después explicarles a los chicos los peligros detrás de las pantallas«.
Además, resalta, hay que ser ejemplo: «No podemos pedirles que hagan algo que nosotros no hacemos. Hay que soltar un poco el celular«. También marca la importancia de enseñarles que hay distintas formas de mirar.
«Cuando miramos algo en la vida real, se activan unas células del cerebro llamadas neuronas espejo, que nos permiten aprender de la acción del otro (refuerzo una práctica propia). Si yo juego al futbol y miro cómo otro juega al fútbol, aprendo estrategia, jugadas, técnicas que después puedo aplicar en mi vida. Pero cuando miro cosas que no hago, es como un simulacro de acción«, compara.
Una medida a la australiana
En la mesa de expertos para avanzar en el desarrollo de la protección digital infantil, se recordaron dos medidas tomadas recientemente por el Gobierno porteño: el bloqueo de la plataforma de juego Roblox en las escuelas y la regulación de uso de celulares en las aulas.
El neurocientífico Fabricio Ballarini presentó datos de relevamientos en escuelas que muestran un impacto directo del consumo excesivo de pantallas en la salud mental.
“El 40% de los adolescentes presenta indicadores de adicción al celular, con mayores niveles de ansiedad, depresión, alteraciones del sueño y menor creatividad, especialmente en mujeres. Además, los estudiantes incrementan en promedio una hora por año su tiempo en redes sociales, con un consumo cada vez más concentrado en plataformas de videos cortos”, detalló.
El especialista en tecnología Santiago Siri propuso evitar miradas exclusivamente prohibicionistas: “Protección sí, prohibición no. Lo digital también es vida real para los chicos. El desafío es acompañar, educar y exigir responsabilidades a las plataformas”.
También destacó que «no todo el consumo digital es negativo» y que muchos entornos virtuales «pueden tener potencial educativo si existe mediación adulta».
En el encuentro, el ministerio también comunicó lo que llaman «Un diagnóstico basado en evidencia», y citaron a Jonathan Haidt, el psicólogo social estadounidense autor del libro Generación ansiosa: «Las plataformas basadas en modelos de captación de atención fomentan conductas compulsivas en menores, de manera más pronunciada entre los 11 y los 14 años, etapa de especial vulnerabilidad socioemocional».
Todos los especialistas mencionaron más ansiedad, irritabilidad y problemas de atención. Por eso, remarcaron la importancia de «recuperar límites, rutinas y hábitos digitales saludables en la escuela y en la familia».
Entre sus «compromisos de política pública» que quiere llevar al Consejo Federal, donde se reúnen los responsables de Educación de todas las provincias, el Gobierno porteño enumeró exigir mecanismos de verificación de edad con mayor robustez en plataformas, impulsar evaluaciones de riesgos de acuerdo a si se trata de juegos, redes, servicio de mensajería o herramientas de IA, y actualizar y unificar protocolos de actuación para instituciones educativas y hogares.
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