16 de diciembre de 2025

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La confesión de Lopérfido sobre la muerte y qué puede pasar con la ley de Eutanasia con el nuevo Congreso

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“No he decidido recurrir a ella todavía, pero saber que está a mi disposición me alivia. La eutanasia es la más liberal de las muertes”, escribió el domingo Darío Lopérfido (61), ex director del Teatro Colón, desde su casa en España. Sufre esclerosis lateral amiotrófica (ELA) hace un año y ya no se reconoce. “El Darío de antes de la enfermedad ya murió”, continúa.

España legalizó la eutanasia en 2021. Inglaterra se sumó este año. Del otro lado del Río de la Plata, Uruguay aprobó la ley hace casi dos meses. ¿Y Argentina? Sigue esperando. Mira de reojo los debates ajenos y acumula proyectos que no terminan de encontrar espacio en una agenda repleta de urgencias. Sobre el fin del año parlamentario, la pregunta es inevitable: ¿dónde estamos parados?

“No nos podemos hacer los distraídos con lo que tenemos en Uruguay. Me pongo a mirar para la costanera y la veo, de noche la veo. Confío que va a haber una discusión en 2026”, dice a Clarín Mario Sebastiani, médico especialista en Obstetricia del Hospital Italiano y uno de los principales impulsores de la legalización del aborto.

Sebastiani dedica entre cuatro y cinco horas por semana a hablar de eutanasia con equipos de Uruguay, Perú, Colombia y Brasil. Le pone el cuerpo a una discusión que considera una deuda para la sociedad argentina. Detrás de esta lucha hay vidas que duelen. “María Ludueña (63) está amputada de una pierna y tirada hace siete o ocho años en una cama y no puede hacer nada”, cuenta. Su caso está judicializado y en marzo la Suprema Corte bonaerense debe definir si le concede el derecho a la eutanasia.

Hay decenas de historias parecidas, nombres y rostros de personas atrapadas en un dolor que nadie ve, pero que existe. Sin embargo, cada vez que el Congreso quiere poner en agenda la eutanasia, aparecen otras urgencias.

“En Argentina tenemos dificultades para concentrarnos en la eutanasia. Este año tuvimos elecciones de medio término y para la ingeniería legislativa no es bueno meterse con estos temas porque piensan que se pueden escapar votos”, explica. Y enseguida agrega algo que sorprende: “Las estadísticas que tenemos son muy buenas, la UBA (Universidad de Buenos Aires) y el Conicet están hablando del 70% de apoyo de la población”.

"Saber que está a mi disposición me alivia", dijo Darío Lopérfido sobre la eutanasia en España.«Saber que está a mi disposición me alivia», dijo Darío Lopérfido sobre la eutanasia en España.

La encuesta nacional del observatorio Pulsar de la UBA mostró un 76% de acuerdo con permitir decisiones sobre la propia muerte. Otro estudio de la Universidad de San Andrés reveló un 79% de apoyo en casos médicos extremos. Respecto a la eutanasia, la sociedad avanza más rápido que la política.

Ley de muerte digna y las directivas anticipadas

Lopérfido solo puede mover una mano y una pierna. El resto del cuerpo ya no le responde. Todavía puede trabajar pero “en casa, escondido”. Y tiene bien claro que el día que no pueda escribir o compartir algo con su hijo, se irá de este mundo. A diferencia de Argentina, España se lo permite.

Para quienes viven en el país, lo único disponible es la ley de muerte digna y las directivas anticipadas. “La ley de muerte digna es otra cosa totalmente distinta a la eutanasia. Se rechaza el tratamiento. Si no quiero comer más, nadie me va a poner una sonda o me va a hacer un botón gástrico”, explica Sebastiani.

Por su parte, las directivas anticipadas permiten dejar por escrito qué tratamientos aceptar o rechazar, en el caso que llegue el momento en el que la persona ya no pueda decidir. Se hace con plena capacidad, autonomía y dignidad e incluso se puede designar a un representante.

“Se escribe para el día que no se esté consciente. Si se queda con una invalidez importante o una calidad de vida que no es la que está de acuerdo con los valores, la persona puede decidir que no se la siga tratando y rechazar el tratamiento. Se construye la muerte”, explica.

Los proyectos vigentes y los que quedaron en el camino

A fines de noviembre ingresó al Congreso un nuevo proyecto para regular la eutanasia. Lo presentó el diputado mendocino de la Unión Cívica Radical, Lisandro Nieri y lo acompañaron legisladores de su bloque como Pamela Verasay, Karina Banfi, Atilio Benedetti, Fabio Quetglas y Martín Tetaz. El texto, que modifica el Código Penal, tiene algunos puntos en común con la ley sancionada en Uruguay.

La iniciativa propone un marco legal para que personas con enfermedades incurables o dolores crónicos puedan recibir ayuda para morir. El pedido debe repetirse con quince días de diferencia y puede revocarse en cualquier momento. Debe ser gratuito tanto en instituciones públicas como privadas.

Otro de los proyectos que sigue en carrera es el de Miguel Ángel Pichetto. Muy similar a de la UCR, aunque marca la diferencia entre la eutanasia activa y el suicidio asistido. “El que más me gustó fue el proyecto de Pichetto porque avanza un poquito más”, reconoce Mario Sebastiani.

En cambio, los proyectos de Ana Carolina Gaillard y Gabriela Estévez presentados en 2024 perdieron estado parlamentario a finales de noviembre y ya no se pueden tratar.

“Soy un hombre en busca de la fe que nunca encontró”

Así se define Darío Lopérfido. No lo dice con soberbia, aunque le resulta insoportable la lastima. Siente que, si se volviera creyente ahora, sería “un acomodaticio que quiere hacer méritos porque el final se acerca”. Con las pocas fuerzas que le queda, el ex funcionario insiste: “Uno no puede decidir nacer pero puede decidir morir”.

Sebastiani comparte esa idea. “La religión tiene una postura que es que la vida no es nuestra sino que es un don, nos la da dios, nos la quita dios también. Ese es su argumento. Nosotros tenemos otro argumento que es la libertad, la autodeterminación, la vida privada, el sufrimiento, el dolor, la indignidad”, dice.

"No tengo ningún interés en probar hasta dónde llega mi capacidad para soportar el dolor o la ruina física", escribe Dario Lopérfido.  «No tengo ningún interés en probar hasta dónde llega mi capacidad para soportar el dolor o la ruina física», escribe Dario Lopérfido.

El médico recuerda cómo fue el debate del aborto, una lucha que persiguió durante 40 años. “El dilema de las dos vidas era válido. Creo que el argumento del aborto es de más peso. Las mujeres morían, se enfermaban. ¿Y cuáles eran estas? Las pobres. Acá en cambio tenemos vidas indignas en distintos lugares”.

Para el especialista habrá que esperar para ver cómo funciona el Congreso renovado, pero confía que en 2026 podría darse el tan ansiado debate por la eutanasia. Mientras tanto, Lopérfido respira, escribe, resiste cómo muchos dentro de un cuerpo que define como «una cárcel».

“Uno puede atravesar una enfermedad terminal mientras la vida no sea solo un espanto. Cuando solo queda el espanto, hay que buscar drogas, el sexo o si tienes la suerte de vivir en un país que la tenga, la eutanasia: el mayor logro de la humanidad para quienes no tienen esperanza y solo conviven con el infierno”.

Y cierra: “Siempre amé la belleza. Convertirte en algo feo es una de las cosas más difíciles”.

El Hospital Universitario Austral, identificado con el Opus Dei de la Iglesia Católica y que institucionalmente se opuso a la ley del aborto, fue contactado por Clarín para conocer otra postura sobre el tema y, por el momento, decidió no brindar su opinión sobre la eutanasia.

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