La Corte Suprema de Estados Unidos rechazó este lunes la apelación de Ghislaine Maxwell, la exsocia y expareja del financista Jeffrey Epstein, que cumple una condena de veinte años por tráfico sexual de menores. La decisión, tomada en el primer día del nuevo período judicial, deja firme la sentencia y prácticamente sin opciones de revisión el caso de la socialité británica, uno de los nombres más notorios de la red de abusos y explotación sexual que sacudió a la élite política y empresarial estadounidense.
Como es habitual, los jueces del máximo tribunal no explicaron las razones por las que rechazaron la solicitud. Con este fallo, Maxwell agota su vía judicial: la única alternativa que le queda sería un indulto presidencial. Su abogado, David Oscar Markus, expresó su decepción y prometió seguir buscando “todas las vías posibles para garantizar que se haga justicia”, al insistir en que su defendida “nunca debió haber sido juzgada ni condenada”.
Maxwell, de 63 años, había pedido que se anulara su condena alegando que un acuerdo de no enjuiciamiento firmado en 2007 entre Epstein y fiscales de Florida la protegía también a ella y a otros “potenciales coconspiradores”. Aquel pacto permitió a Epstein evitar un juicio federal, cumplir solo trece meses en una cárcel del condado de Palm Beach y registrarse como delincuente sexual. Pero la Corte de Apelaciones de Nueva York ya había determinado el año pasado que el acuerdo solo se aplicaba en Florida y no impedía la causa que se llevó adelante en Manhattan, donde Maxwell fue declarada culpable en 2021.
El jurado la encontró responsable de captar y preparar adolescentes para que Epstein abusara de ellas en la década de 1990 y principios de los 2000, en sus residencias de Nueva York, Florida, Nuevo México y las Islas Vírgenes. Cuatro mujeres contaron durante el juicio que habían sido abusadas desde los 14 años. La sentencia de veinte años fue confirmada en 2022, y en los últimos meses Maxwell fue trasladada de una prisión de mediana seguridad en Florida a un establecimiento de mínima seguridad en Texas.
El caso judicial, que expuso durante años una red de abusos sexuales sostenida por el poder y el silencio, volvió a cobrar relevancia no solo por el fallo de la Corte Suprema, sino también por las derivaciones políticas que todavía provoca en Washington y Londres.
En julio, el Departamento de Justicia y el FBI anunciaron que no liberarían más archivos del caso Epstein, luego de revisar el material bajo custodia federal y concluir que no existía “justificación ni conveniencia” para hacerlo público. La decisión desató una ola de críticas, sobre todo de legisladores y sobrevivientes, que acusan al gobierno de encubrimiento.
La tensión se amplificó por el papel de Donald Trump. Durante su primera presidencia, varios funcionarios de su entorno habían promovido teorías de conspiración sobre supuestas listas secretas con nombres de políticos, empresarios y celebridades vinculados a Epstein.
El presidente intentó despegarse del escándalo y lo calificó como “el engaño de Jeffrey Epstein”. En una reunión de gabinete, llegó a referirse a sus seguidores más radicales, que exigían la publicación total de los archivos, como “débiles” por “caer en teorías ridículas”.
La exsocia de Epstein fue la única condenada por los crímenes sexuales cometidos a lo largo de dos décadas. El financista, detenido en 2019 por tráfico sexual y abuso de decenas de adolescentes, fue hallado muerto en su celda de Nueva York un mes después de su arresto. Las autoridades calificaron el hecho como suicidio, aunque las sospechas de asesinato nunca se disiparon del todo.
El caso continúa generando turbulencias también fuera de Estados Unidos. En septiembre, el embajador británico en Washington, Peter Mandelson, fue destituido luego de que se filtraran correos que mostraban su amistad con Epstein incluso después de su condena en Florida. El primer ministro británico, Keir Starmer, admitió que no lo habría nombrado si hubiera conocido la extensión de esa relación.
Para las organizaciones de víctimas, el fallo de la Corte Suprema cierra un capítulo judicial, pero no el reclamo de justicia. “Nos alienta que no se le haya dado indulgencia por sus crímenes atroces”, dijo Lauren Hersh, directora de World Without Exploitation, un grupo que representa a sobrevivientes de tráfico sexual. “Durante décadas, Maxwell causó un daño devastador a niñas y mujeres. Que la Corte confirme su condena es una señal de que su impunidad terminó, aunque aún falten muchas verdades por salir a la luz”.
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